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ARQUITECTURA, DISEÑO ARQUITECTÓNICO, Enseñanza de la Arquitectura

LA HABITABILIDAD Y CALIDAD DE VIDA EN EL ENTORNO URBANO

La habitabilidad es una parte fundamental del desarrollo urbano sustentable, porque articula al subsistema social y ecológico permitiendo evaluar las condiciones del hábitat desde ambas perspectivas al insertarse dentro del eje de bienestar y equidad social, de esta manera, es en esencia el potencial que tiene el espacio urbano para facilitar el desarrollo de la calidad de vida a plenitud de la Sociedad, tanto individual o colectivamente y amalgamar la interacción física, psicológica y social con los procesos ambientales. 

Para que un espacio urbano pueda considerarse habitable debe cumplir con ciertos estándares relacionados con las condiciones físicas, ambientales, sociales y culturales del lugar acordes al momento y al espacio correspondiente, como un medio que facilite el desarrollo de un sistema de relaciones íntimas y cosmogónicas entre el entorno ambiental y los espacios funcionales del habitador, lo que implica un bienestar ambiental y un desarrollo en la calidad de vida mientras se va construyendo su ámbito habitable dentro del entorno urbano

La calidad de habitabilidad urbana como acto perceptivo y sensorial implica la interrelación entre el mundo psico-físico-social del habitador con el espacio habitable, significando las formas en que el lugar condiciona sus actividades y modos de vida, siendo cuantificable y controlable al proporcionar las condiciones espaciales de bienestar físico que establecen estándares de confort determinados a través de esquemas de apropiación que identifica el valor y la jerarquía de los elementos de la forma urbana

Un factor importante que determina el grado de habitabilidad urbana en las ciudades es la rigidez del mercado inmobiliario porque repercute en la incapacidad de acceso a la vivienda de determinados sectores, los cuales al asentarse en áreas marginales y vulnerables de la periferia se ven obligados a recorrer grandes distancias entre el lugar de residencia y el lugar de trabajo, aspecto que impacta directamente en su calidad de vida, esta situación remarca el hecho que la habitabilidad del espacio urbano requiere de una buena accesibilidad a servicios y equipamiento y esté rodeada de espacios públicos de calidad,

Por lo tanto, es necesario analizar políticas urbanas que mejoren las condiciones básicas de habitabilidad de las áreas marginales, el sistema vial, el espacio público, la infraestructura, los servicios, el transporte público, los espacios verdes, el enriquecimiento funcional de las áreas residenciales, los programas destinados a crear centros de desarrollo y espacios de servicio comunes.

En sentido integral se puede conceptualizar el grado de calidad de vida y habitabilidad urbana dentro de la morfología de la ciudad de los espacios, contextos o hábitats específicos donde se desarrollan las actividades de un grupo social, posibilitando la satisfacción de sus necesidades y el grado de bienestar relacionado con la calidad de vida, que mejoren el contacto, la relación social y la amistad entre las personas que habitan el entorno para que puedan sentirse arraigados a los lugar funcionales que utilizan e integrados a los grupos y redes sociales.  

Para que exista habitabilidad y calidad de vida en los espacios y áreas urbanas habitables deberán principalmente satisfacer las necesidades objetivas y subjetivas de los individuos y grupos que los ocupan, ya que, su habitabilidad está determinada por la relación y adecuación entre el individuo y su entorno, vinculadas a un determinado grado de satisfacción de servicios y a la percepción del espacio habitable como sano, seguro y confortable y el respeto de los modos de vida y usos tradicionales del espacio, de ahí se puede concluir que sin habitabilidad no hay calidad de vida o, mejor dicho, la habitabilidad se constituye como condicionante para el desarrollo de calidad de vida dentro del espacio urbano.

De esta manera, la comprensión multidimensional del problema del hábitat urbano se hace fundamental al entender la interacción del ámbito social con la ciudad, a distintas escalas como soporte estructural de las dinámicas de la comunidad en función de una infraestructura mínima que permita realizar las actividades sociales básicas en un medio de seguridad, ausente de riesgos que afecten la integridad personal y familiar de la comunidad, y estar situada en un entorno apto para ser habitado, sin poner en peligro la integridad física y mental del habitante.

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