Siendo el espacio el elemento esencial de la Arquitectura, lugar donde se sintetizan todos los factores materiales, formales y compositivos que la definen y le dan identidad al ser delimitada sustancialmente por formas, volúmenes y la íntima relación con la estructura de soporte, son los elementos primordiales que le permiten al objeto arquitectónico despertar sensaciones y percepciones infinitas en el usuario y el observador.
Dentro del ámbito de la Arquitectura, la interacción entre forma y volumen es un concepto fundamental que da forma a los aspectos visuales y funcionales de las estructuras, por esta razón, el arquitecto, como administrador del entorno construido, aprovecha esta interconexión para crear objetos espaciales que trascienden la mera utilidad, transformándolos en maravillas estéticas y experienciales que profundizan la importancia de la arquitectura, matizándola con formas y volúmenes que le dan significado.
De esta manera el espacio está definido materialmente por el volumen y la forma arquitectónica como factores que delimitan y organizan y dan cierto orden al espacio y las masas, las formas se reconocen gracias a su configuración y a la luz y junto con los materiales, las texturas y el color, contribuyen a dar carácter e identidad al espacio para transmitir significados, evocar emociones y experiencias respondiendo a su entorno contextual.
En esencia, la forma en arquitectura define la estructura formal del espacio delimitado disponiendo sus partes y elementos para crear una imagen coherente unitaria en su totalidad que puede transmitir mensajes y viene a ser la expresión de función, cultura y entorno, determinando su composición tridimensional de objeto arquitectónico, su escala, proporción y composición, aquello que otorga al edificio su carácter e identidad visual distintiva y a los espacios su utilidad y función. El arquitecto al organizar la disposición de los elementos delimitantes define la forma del espacio cuidadosamente para garantizar que el edificio se integre armoniosamente en el contexto donde se implanta.
Por su parte, el volumen como una magnitud escalar es la esencia espacial que conforma la masa envolvente y el aspecto material del objeto arquitectónico, que al contacto con el vacío del entorno le da solidez, extendiendo su visión más allá de los límites físicos y formales que encapsulan la atmósfera; el volumen se divide en dos tipos el sólido que es lo material, la masa que delimita al objeto arquitectónico permitiéndole ocupar un lugar en el espacio y el vacío que es el elemento virtual que está confinado por varios planos que contienen los espacios interiores.
De esta manera se percibe el carácter de masas de las formas y volúmenes arquitectónicos mediante el sistema sensorial que lo vincula a la percepción del espacio ocupado, es decir, la forma y la volumetría, establecen y estructuran los espacios funcionales, la forma produce la sensación de espacio y el volumen la masa envolvente del mismo espacio, creando a través de sus delimitaciones, percepciones y experiencias que emanan de los llenos y vacíos significados, emociones y experiencias relativas a su entorno contextual.
Uno de los objetivos primordiales de la arquitectura es lograr la armonía estética mediante la sinergia de la forma y el volumen, organizando los espacios interna y externamente de tal forma que repercutan en su funcionalidad, adaptándose a las diversas actividades que se realizan en su interior, fomentando un entorno propicio para el desarrollo de las actividades que originan su construcción.
Por esta razón, el arquitecto analiza minuciosamente todos los factores que intervienen en el diseño y cómo combinar la interacción entre estos elementos superando las consideraciones prácticas, de tal manera que le permita convertirlos en objetos icónicos que trasciendan su función utilitaria y en muchas ocasiones convertirlos en Hitos urbanos de referencia.
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