Cuando el ser humano aparece en la faz de la tierra como animal social del grupo de los antropoides, del que por evolución o degeneración se vio excluido, tuvo que buscar nuevos entornos que le eran ajenos perdiendo así su nicho ecológico y su lugar en el ciclo biológico animal, por esta razón, tuvo que enfrentar en condiciones vulnerables un contexto físico ambiental agresivo al que no estaba adaptado.
Frágil ante su entorno tuvo que evolucionar para sobrevivir, modificando sus características físicas y biológicas lo que le permitió mayores habilidades de manipulación, un mayor número de capacidades mentales, una inteligencia capaz de concebir pensamientos abstractos, transmitir, aprender, categorizar y razonar conceptos simbólicos lógico-matemáticas como la escritura y la música, utilizar estructuras lingüísticas complejas para poder hablar y comunicarse, y habilidades para crear, inventar y manejar herramientas.
Su primera función en el planeta fue sobrevivir como nómada cazador-recolector, desplazándose constantemente en busca de alimento y de esta manera fue colonizando todos los ámbitos del planeta antes del final del Pleistoceno. Pero hace aproximadamente 12, 000 años surgió un importante proceso sedentario conocido como Revolución Agrícola o Revolución Neolítica que le permitió asentarse en un lugar, cultivar plantas y domesticar animales como alimento.
Este enfoque evolutivo explica los factores que hicieron posible el nacimiento de fórmulas urbanas de organización social, donde la comunidad humana encontró un espacio cómodo y seguro que le proporcionó agua y alimento en abundancia, Ante esta situación tuvo que implementar dos actividades humanas imprescindibles que le permitieron trascender su limitado ámbito nómada de supervivencia por el de creador, dominador y transformador de su entorno físico natural en su beneficio y desarrollo.
La primera de estas actividades fue la agricultura y por consiguiente la ganadería, que le permitieron modificar su estatus nómada permitiendo su asentamiento sedentario, dominio e independencia alimentaria y desarrollo social, que llevó a la creación y perfeccionamiento de una economía agrícola sólida y el perfeccionamiento de técnicas relacionadas con la agricultura, el control hidráulico y la irrigación, alfarería y metalurgia, lo que le permitió estabilidad y aumentó de población, diversificando las actividades productivas, promoviendo el intercambio comercial, la organización y jerarquía social.
De estas circunstancias surge la segunda de estas actividades humanas imprescindibles, la Arquitectura que además de proporcionarle abrigo, protección y cobijo, le aseguró permanencia y seguridad creando los diferentes ambientes artificiales útiles, funcionales y principalmente sociales que han sido referencia de su paso por la historia, dando nueva forma y existencia al Hábitat Humano.
Mediante estos procesos de aculturamiento se implantan importantes características sociales de adaptación, identificación y pertenencia, que significan y determinan su vida comunitaria a través del intercambio continuo de ideas, una gran penetración cultural, la apropiación de hábitos, costumbres y actitudes críticas entre los integrantes de la comunidad; lo que propicia e instituye valores, conductas, actitudes y normas que van a regular sus actividades, relaciones y compromisos sociales, creando de esta forma nuevas ideologías que dan lugar a nuevos significados en su hábitat e instituciones, que a su vez exigen nuevos espacios públicos de convivencia y socialización y además, el derecho a una vida urbana, libre e independiente que denote su autonomía y desarrollo social.
En función a este conjunto de circunstancias de cambio y transformación, el Ser Humano inicia la aventura urbana colectiva transformando el paisaje natural con la siembra de asentamientos permanentes que generan procesos de sensibilización y cambio de actitud social lo que permite establecer nuevos vínculos de arraigo, apoyo y cooperación mutua entre los miembros de la comunidad, para el desarrollo de sus actividades y proyectos colectivos de protección y seguridad, naciendo de esta manera la vida en sociedad y el principio de civilización, que significó el desarrollo de su estructura cultural, económica y política.
Paralelo a esta revolución desde una perspectiva histórica el desarrollo de nuevas etapas culturales de las estructuras sociales y relaciones interpersonales en continuidad con el tiempo y la vida urbana, se va creando el concepto de ciudad y civilización así como del fenómeno urbano que fue determinante para alcanzar una gran complejidad en sus formas de organización y jerarquización social, transformando los entornos habitados y dominar los paisajes físicos y sociales del planeta.
Es importante recordar que los proyectos agrícolas y urbanos requieren no solo una planificación compleja, sino también la voluntad colectiva para invertir su tiempo en proyectos de larga duración, estas nuevas comunidades urbanas a través de la cooperación sostenida de grandes grupos favorecieron las condiciones para vivir y trabajar juntos con colaboraciones y roles complementarios que constituyeron algo nuevo y diferente que cambió la forma humana de habitar el planeta en un asentamiento permanente como proyecto de ciudad.
Estas características demuestran sociabilidad, voluntad cooperativa y resiliencia humana para invertir en proyectos de larga duración y desarrollar sociedades complejas y duraderas a través del principio de civilización, que respeta los principios y valores comunitarios y así cada grupo social crea su propia lengua, sistematiza sus creencias religiosas, filosóficas y culturales, la práctica de hábitos y costumbres, así como sus relaciones sociales.
Asumiendo la responsabilidad de sus acciones y consecuencias, se establecen sistemas de gobierno con una administración centralizada, que presenta un desarrollo científico y tecnológico complejos y grandes avances culturales como la escritura, la numeración, la astronomía, la medicina, el arte, la literatura y la arquitectura, que viene a generar cambios sustanciales en las demandas de espacios sociales y permite estructurar y fortalecer las relaciones comunitarias con un cambio de conciencia, que genera una sociedad firme, justa y equitativa que le permite trascender a una vida urbana más cómoda, segura y confortable en torno a la construcción de grandes espacios que buscan atender las nuevas demandas de habitabilidad que exige una sociedad en evolución.
La construcción de ciudades como espacio social es un proceso de inversión costosa en tiempo y energía, que considera formar acuerdos sociales que aseguren el equilibrio, la fragilidad o solidez necesaria para la convivencia y sostenimiento de la vida urbana, involucra la interacción social de una comunidad con diversidad de puntos de vista, intereses y perspectivas, mediante un proyecto colectivo de permanencia y participación, un sistema de organización social y una administración compleja con acuerdos sociales que permitan sostener la vida urbana y aseguren el equilibrio, fragilidad o solidez necesaria para la convivencia, la cultura y la trascendencia humana con un sistema administrativo de gobierno que signifique estabilidad y seguridad para la comunidad
Se entiende a la ciudad como una forma superior de existencia humana centrada en una revolución urbana que la distingue de los asentamientos temporales hacia el final del Holoceno creados por cazadores recolectores o de poblados agrícolas creados por sociedades prehistóricas tardías y de grandes enclaves ceremoniales que precedieron al proceso urbano por varios miles de años, la ciudad aún en sus formas más primitivas, requirió del acceso a excedentes de producción y a un intenso intercambio comercial, porque aunque la agricultura fue necesaria para su desarrollo, no era suficiente por sí sola para mantenerlo, por eso muchas sociedades agrícolas no crearon ciudades, pero las que lo hicieron fue algo innovador y cambió el rumbo de las civilizaciones.
Las primeras ciudades se fueron estructurando como sistemas urbanos bajo un patrón común, independientemente del lugar y del grupo que las creó, a través de redes de asentamientos temporales anteriores, otros en extensos poblados agrarios y complejos monumentales y otras surgieron por una rápida concentración de población o por un intenso intercambio comercial, pero todas formando nodos relacionales que se sostenían con la extracción de alimentos, materiales y trabajo de las zonas cercanas y en intercambios comerciales entre comunidades.
En la organización espacial de las ciudades tuvieron un papel relevante la cultura, la densidad de habitantes, lugar de establecimiento y los factores ambientales; algunas estaban claramente jerarquizadas y otras se organizaban de forma igualitaria. Un gran número de ciudades tenían una densidad relativamente baja, con áreas residenciales separadas por jardines y otros espacios abiertos, y otras estaban más concentradas, en ocasiones con residencias de varios niveles.
Morfológicamente la organización espacial dentro de las ciudades presentaba grandes similitudes un centro de poder político y religioso, amplias áreas de espacios comunitarios dedicadas a rituales colectivos como centros ceremoniales y templos, palacios para los gobernantes, en su entorno casas residenciales, edificios de comercio, talleres, artesanías y de almacenamiento habitados por la población que desempeñaba dichas labores, sistemas de comunicación interna necesarios para la circulación de alimentos, agua, combustible, desechos e información, además de otros bienes y productos manufacturados; sus límites estaban claramente delimitados por murallas, canales, caminos perimetrales y en ocasiones, santuarios y cementerios.
El proceso de urbanización transformó la organización de un sistema de asentamiento social de rural a urbano y la ciudad fue finalmente el resultado de una paulatina concentración y organización social compleja a través de un proceso de toma de decisiones colectivo que definió posiciones políticas, sociales, ideológicas, culturales y económicas que determinaron su modelo de crecimiento dentro de un marco regulatorio que les dio garantías de igualdad de condiciones equilibrado con características propias de cada región y comunidad.
Como consecuencia de este fenómeno, se produjo un aumento paulatino de la población, como resultado de continuas corrientes migratorias y de una mayor vitalidad demográfica que demandó viviendas, infraestructura y equipamiento como edificios dedicados al almacenamiento de excedentes de la producción y la administración de los recursos, además de obras arquitectónicas monumentales que implicaban un enorme gasto de recursos acumulados como murallas defensivas y una gran cantidad de edificios religiosos centros ceremoniales, templos y palacios, centros comerciales y talleres artesanales, así como edificios donde albergar a las fuerzas militares.
En síntesis, la ciudad nació como imagen de la tenacidad y voluntad del Ser Humano de crear un colectivo social organizado que le facilitara un lugar para vivir y desarrollarse como una comunidad civilizada.
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