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Análisis de los paradigmas educativos en Arquitectura.

Análisis de los paradigmas educativos en Arquitectura.

“La antigüedad clásica nos legó un sistema de verdades apoyadas en la razón y en la experiencia destinadas a brindarnos una norma para la vida civilizada”[1]

Actualmente, la sociedad considera al conocimiento como el elemento central del nuevo paradigma productivo, por esta razón, la transformación educativa como propósito para lograr una idea unificadora, que requiere de un fundamento común en la práctica, pasa a ser factor fundamental para desarrollar la capacidad de innovación y creatividad; el esfuerzo educativo como forma efectiva en el largo plazo podrá evitar la segregación y favorecer la integración social, el diseño de los contenidos curriculares de la enseñanza de la arquitectura, dependerá de la investigación de necesidades, inquietudes y propósitos que demanda la sociedad en materia de diseño y productividad[2].

La función de la educación en la sociedad, es la preservación de su herencia cultural, en esencia de la cultura occidental, “transmitir la visión heredada acerca del hombre y la sociedad[3], y que su tarea principal es perpetuar ideas como la libertad, la dignidad y los valores; considerando que la tradición cultural posee raíces, la continuidad cultural solo es posible si la educación conserva esta herencia transmitiendo las verdades elaboradas en el pasado a las nuevas generaciones, para desarrollar así una base cultural y ciertas lealtades comunes.

La enseñanza de la arquitectura, como proceso dinámico que va de lo racional a lo sensible y de lo abstracto a lo concreto, incluye principalmente las ideas específicas sobre lo que constituye la tradición del hacer arquitectónico, la transmisión de los valores y verdades básicas a través del contenido sistemático de la ciencia, de las cargas teórico-humanísticas, de la sabiduría acumulada, la carga cultural y principalmente la acción que ejercen los cambios disciplinarios que el mercado y las nuevas tecnologías producen[4].

La función preservadora o conservadora de la educación es acentuada más fuertemente por un grupo de teóricos clasificados filosóficamente como humanistas y clasicistas racionales; este concepto de la función de la educación, deriva del que ellos tienen de la naturaleza humana y se haya íntimamente ligado a el y tiene como premisa fundamental que la esencia de la naturaleza humana esta dada por su carácter racional.

Mediante el ejercicio de esta característica puede llegarse a comprender la fenomenología del contexto; cuyo desarrollo es función principal de la educación, así como también lo es, la comprensión de las verdades eternas reveladas por esta facultad racional “la educación, correctamente entendida, es el cultivo del intelecto, solo éste pertenece al hombre como tal y su individualismo es tan solo su capricho, su arbitrio y sus inclinaciones particulares”[5].

El proceso de construcción del espacio arquitectónico y urbano así como la formación de los profesionales, constituyen las dos trayectorias que representan la oferta y la demanda de formación de arquitectos y su inserción dentro del mercado de trabajo.

El ritmo cambiante que ha desviado la convergencia de estos dos elementos hoy presenta diferencias significativas en cuanto a su desarrollo, resultado de las estrategias que las escuelas han diseñado para privilegiar el estudio abstracto de la disciplina en desmedro de una formación profesional vinculada a la realidad social, esto obliga al estudiante a adquirirla por métodos empíricos una vez egresado[6].

Por otra parte, se puede decir que la enseñanza de la arquitectura, se aleja de este modelo, ya que ha sido en varias de sus disciplinas, una educación que podríamos llamar reproductiva, en función de que se fundamenta más en la práctica que en la reflexión teórico crítica del hecho arquitectónico, esta más interesada en la producción y reproducción de modelos habitables definidos que en la formación de arquitectos reflexivos que establezcan un compromiso de trascendencia cultural con la sociedad.

Considerando que la importancia de la educación radica en la conservación y preservación de los valores y prácticas sociales, y que la sociedad moderna es solo la prolongación de estas tradiciones; la función de la escuela debe ser predominante en la educación, su función educativa no puede considerarse aislada sino interdependiente y coordinada, donde cada función forme parte de un complejo dinámico que se refleja en el hecho educativo.

De esta manera, a continuación se hará una retrospectiva sobre los paradigmas educativos que se han aplicado en la enseñanza de la arquitectura, con la intención de establecer vínculos para la postulación de nuevos sistemas de enseñanza aprendizaje, de acuerdo a la premisa de que los cambios surgen a partir de la reflexión teórico crítica de las viejas verdades aplicadas al ámbito educativo actual.

Considerando el concepto Kuhniano de paradigma, como matriz disciplinar que reúne comunidades de una determinada disciplina, los paradigmas o matrices disciplinares que se analizan a continuación, que tuvieron vigencia y pertinencia en un momento histórico dentro de la evolución en la enseñanza de la arquitectura, están conformados por varios tipos de componentes dentro de los que destacan, los epistemológicos, teóricos, metodológicos y técnico prácticos.

La enseñanza de la arquitectura se puede ubicar desde el surgimiento del ser humano en el mundo y la creación de las primeras civilizaciones, donde el grupo social participaba en la creación de satisfactores espaciales, que construyeron el hábitat comunitario, a través de la enseñanza y establecimiento de modelos pragmático-artesanales[7], que dependían de procesos aprehendidos y repetitivos, que dieron tradición y determinación contextual a los productos elaborados,

En la antigüedad, la enseñanza de la arquitectura posiblemente se llevó a cabo a través de procedimientos educativos que preparaban al arquitecto para su función social como es el caso de los grandes constructores de pirámides, templos y ciudades del mundo antiguo y clásico así como en Mesoamérica existen algunos escritos que hablan sobre el tema pero en ninguno se especifica los contenidos pedagógicos que siguieron los mentores para la formación de los arquitectos; de manera similar a como se aprende en comunidades marginadas o culturas primitivas[8].

Durante la edad media en el seno de la francmasonería, donde los francmasones, eran los posaderos del buen dios, la enseñanza, estudio y práctica de esta profesión, se ejercieron como secreto de gremio; ahí el arquitecto se formaba como iniciado[9], todos los iniciados se expresaban en argot, lengua particular o cábala hablado solo por los que tienen interés en comunicar sus pensamientos sin ser comprendidos por los que le rodean, de esta manera los francmasones de la edad media edificaron las obras maestras argóticas que se admiran en la actualidad, el arte gótico no es más que una deformación ortográfica de la palabra argótico; las catedrales son obras de art goth o argot, arte de la Luz o el Espíritu; de tal manera restringida era la enseñanza de esta profesión que se consideraba secreta y solo a unos pocos les era revelada[10],.

Posteriormente en el Renacimiento, etapa humanista en la que se revirtúa el carácter artístico individual del arquitecto y estos se encargan de elaborar la obra tanto militar como civil del momento en ciudades y monasterios, a partir de los escritos de los llamados Tratadistas, se forma al alumno de arquitectura desde la perspectiva Vitruviana de formar profesionales que dominen teórica y prácticamente la profesión, “el que domina solo la teoría es un dilettanti y práctico aquel que haciendo solo domina la construcción, pero nunca podrá ser un Arquitecto”[11], en estos escritos se establecen los instrumentos teóricos necesarios para implementar los proyectos que se vinculen con las demandas sociales reales, así se establece un método de enseñanza llamado de Bottega, proceso que consistía en formar grupos de aprendices que seguían a un arquitecto reconocido, un maestro consagrado por su obra y trabajaban con el en su bottega o taller, donde se transmitían los secretos del oficio a través de la práctica y el consejo del maestro, lo cual no garantizaba su enseñanza pues el alumno en la mayoría de las veces se volvía copia fiel del maestro y solo en contadas ocasiones a través de la capacidad creativa del artista, lo superaba[12]; esta es la época de Leonardo, Michellangelo, Rafael, Brunelleschi y tantos más artistas integrales que dan vida a la arquitectura del Renacimiento.

El método de las Beaux Arts, se establece en la Francia de los Luises, siguiendo los modelos de pintores y escultores, y en donde las condiciones de enseñanza de la arquitectura se ciñen a cánones analógicos a través de las cuales la arquitectura se enseña a través de procesos de aprendizaje de modelos establecidos copiándolos y mejorándolos a partir de un estilo determinado llamado Barroco, donde hay primero una amplia libertad en la interpretación que poco a poco se van ciñendo los modelos a la luz de los estilos y de la historia, dando origen a la Academia Neoclásica cuya práctica se aboca a la reproducción histórica de los objetos, enseñanza que por su orientación se torna por demás dogmática y canónica; donde los fenómenos de aprendizaje se reducen a ciertas reglas que hay que respetar, su resultado es la rigidez del modelo y la restricción de la creatividad[13].

Este modelo se continúa en las Academias ya entrado el siglo XX, pero un cuarto modelo de enseñanza importado de Europa, se enseñorea de la educación de la arquitectura en el mundo entero, proceso que se conoce como de la Bauhaus, donde el movimiento moderno de la arquitectura se vincula con la psicología y la pedagogía moderna, combinando la enseñanza teórica con la práctica, permitiendo al estudiante aprender aprendiendo las cosas por el mismo, el aprender se transforma en una actividad interactiva, surge como modelo de aprendizaje el Taller de Proyectos como la instancia académica de enseñanza a través de la práctica acierto-error y la acumulación de experiencias[14].

Posteriormente hacia los años sesentas, parteaguas de la enseñanza e historia de la enseñanza de la arquitectura se busca romper con los vínculos establecidos por la arquitectura moderna, y se establecen dos corrientes de aprendizaje el historicista que siguen los países latinos, y el cientificista que siguen los países anglosajones, ambas corrientes buscan estructurar sistemas de enseñanza aprendizaje que permita formar a los nuevos arquitectos en su relación con la sociedad y las demandas actuales; se determinan modelos metodológicos de enseñanza por un lado así como modelos de interpretación semiótica por el otro, buscando la formación integral del arquitecto, esto da origen a las corrientes conocidas como ismos en la arquitectura actual.

Al mismo tiempo, se establecen los modelos de arquitectura social, donde se busca romper con los modelos capitalistas de educación y formar a los estudiantes que respondan a las demandas de los grupos menos favorecidos y marginados por el capital, estableciendo los parámetros de enseñanza conocida como de Diseño participativo, en donde el profesor y el alumno se integran en un Taller popular que sale de la escuela y se mezcla con el problema en su mismo sitio de generación, sustentado por el principio de autogestión, participación e integración que se conoció como Autogobierno en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, que se exportó a otras Universidades del País[15].

Actualmente se busca un modelo que cumpla con los compromisos de enseñanza masiva de la arquitectura, con procedimientos que cubran las expectativas de una sociedad en constante desarrollo integrada a políticas neoliberales de eficiencia y competitividad que caracterizan al mercado Globalizante, donde el arquitecto juega un papel relevante en la solución de espacios, procedimientos y teorías que respondan a las complejas relaciones del momento actual, que contemple al alumno desde una perspectiva de sujeto de aprendizaje, que permitan al estudiante desarrollar sus propias capacidades con espíritu crítico y creador, que lo impulse a adquirir conocimientos continuos y constantes, integrándolos de manera gradual en su labor cotidiana[16].

Como ya se mencionó en capítulos anteriores esta formación se da siempre desde el punto de vista de formar profesionales con una alta vocación social y de servicio, que respondan éticamente con la construcción de espacios habitables a demandas específicas de la sociedad, desde la perspectiva de arquitecto, y en ningún momento se establece el compromiso de formar empresarios que compitan en un mercado globalizante.

NOTAS:

[1] Informe sobre la Educación General,  Harvard, 1989.

[2] Todo programa deberá proveer evidencias de que todos los estudiantes <independientemente de raza, sexo, credo, nacionalidad, edad o diferentes habilidades físicas> recibirán igual acceso a un medio ambiente educativo positivo y de apoyo en el cual puedan aprender; así como también es necesario, que participen en los programas personas con diversos antecedentes educativos lo cual permitirá mantener una diversidad positiva en los puntos de vista.

[3] Ibid.

[4] Considerando que los programas de grado en arquitectura deberán ser establecidos por la Unidad Académica responsable de la disciplina en cada Institución; si por el contrario como sucede con otras Unidades que incluyen a otras disciplinas, el programa deberá tener la autonomía suficiente para asegurar la satisfacción de todas las condiciones para su acreditación.

[5] Ibid.

[6] Alba Martínez Ernesto, en introducción en “La Educación de la Arquitectura en México”, CIEES, Comité de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, México, 1997, pag. 7.

[7]  Broadben, dice que existen cuatro fases de evolución del aprendizaje de la arquitectura, la pragmática o artesanal, la icónica, la analógica y la canónica. Broadben Geofrey, “Arquitectura y Ciencias Sociales”, de Gustavo Gili, México, 1978.

[8] Christopher Alexander, nos menciona en su libro “Ensayos sobre síntesis de la forma”, que existen dos tipos de Culturas las conscientes de si mismas y las inconscientes de si mismas, donde las primeras son aquellas que se preocupan por desarrollar nuevos procesos arquitectónicos, proponer nuevos estilos, generar nuevas condiciones en la profesión, y las segundas son aquellas que trabajan por inercia, repitiendo indefinidamente los mismos procesos sin buscar modificaciones.

[9]  Chanfón Olmos Carlos, “Willars de Honecort”, U.N.A.M., México, 1994

[10] Fulcanelli, “El misterio de las catedrales”, Plaza & Janés Editores, Barcelona España, 1974. Pp 52-53.

[11] Polione Vitruvio, Los Diez Libros de la Arquitectura, libro I

[12] Zevi Bruno, AIA-ACSA Teacher Seminar, Cranbrook, U.S.A, 1964. Citado en .Acotaciones, Arquitectura Autogobierno, No. 2 Revista de material didáctico noviembre de 1976

[13] Ibid.

[14] Ibid.

[15] Para una mejor interpretación de esta propuesta consultar, El nuevo Plan de Estudios del Autogobierno, en Revista Arquitectura Autogobierno, numero 1, octubre de 1976, Escuela Nacional de Arquitectura UNAM. México.

[16] Plan de Estudios para la carrera de Arquitecto 1999, F.A. U.N.A.M.

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